"Un mundo de abdicaciones" (Lima: FCE, 2016), último libro de Victoria Guerrero, es un mapa. Un mapa por las huellas de una poética del cuerpo de la mujer, de la familia, de la resistencia. Entre la confesión y el coro de voces uno se guía entre un mundo que se sabe frágil, muchas veces hostil, pero en el cual hay que sobrevivir firme. Y en eso la poesía resulta cardinal, “radical”, no como el refugio ante el mundanal ruido sino como un modo de íntimo contacto con la realidad. Así el mapa avanza entre dudas, cuestionamientos de una hegemonía hostil a las búsquedas poéticas. Y en este punto resalta la imagen de la pobreza y la incomplacencia. El que escribe es quien se ha deshecho de su ego, un pobre de ego capitalista para así construir un ser que incordia, que fustiga. La empresa es lo difícil rilkeano, pero en su proceso se cimienta una fe en no abdicar frente a los constructos femeninos, frente al trabajo alienante, la crítica literaria o la propia muerte.
Sobre estos temas conversamos con Victoria Guerrero, quien recientemente presentó este poemario en la FIL 2016.
- En un poema del libro se dice “la poesía de mujeres es ridícula hasta el hartazgo”. Por esto quería hacerte una pregunta a partir de la primera línea de “Un arte de la pobreza: ¿Para qué importa la escritura de una mujer en nuestro contexto?
- Ese verso está incluido en mi libro “Cuadernos de quimioterapia. Contra la poesía”. Quería hacer explícito un poco de manera irónica y crítica cuál es el lugar que se le ha dado a la poesía escrita por mujeres en el Perú. Establecer una tensión entre su recepción crítica y yo como autora y sujeto de esa tradición. Ahora en “Un arte de la pobreza”, más bien, vuelvo a ese tema, pero de una manera mucho más introspectiva. A mí me importa porque, como ya dije alguna vez, me interesa establecer genealogías literarias, pero también de género. No importa si no compartes esas poéticas. Se ha luchado, se ha peleado para que estén allí; sin embargo, muchas veces son juzgadas de manera más estricta que las de sus pares masculinos.
- Considerando que "En un mundo de abdicaciones" recoge poemas de anteriores libros tuyos, ¿qué tema has venido acechando a lo largo de estos años? ¿Se puede decir que este libro significa un nivel de reflexión metapoética?
- Pues de alguna manera sí porque se trata de una reflexión sobre la producción del discurso poético en un contexto de alto consumo, y la poesía es un discurso literario que se consume bien poco, que no ingresa al intercambio, pero tiene siempre un público que la sigue. Quería establecer ese contrapunto entre la pobreza de los poetas que pueden haber muerto en la ruina material, pero que sobre todas las cosas han escrito. Y eso en el contexto de hoy resulta ridículo porque la sociedad del sobreconsumo nos prometió bienestar para todos, una inclusión feliz, pero no es así.
- En otro momento del libro se lee “hay algo sagrado en la desnudez / que un desconocido no puede tocar”. ¿Cómo entender un cuerpo desnudo o como sentirlo en un mundo de abdicaciones?
- El cuerpo es una materialidad y una textualidad que me han acompañado a lo largo de mi escritura. El cuerpo como un espacio vulnerable, pero también de resistencia hacia los discursos de disciplinamiento que se le han querido imponer, sobre todo, al cuerpo de las mujeres. En un mundo de abdicaciones, las mujeres tenemos que poner el cuerpo como una forma de resistencia, cambiar el sentido que se le ha impuesto al uso de nuestra corporeidad. Desaprender para proponer otros sentidos.
- Hablemos ahora de una imagen recurrente del poemario. ¿Qué es la casa roja? ¿Qué se ve o cómo se ve desde este espacio?
- La casa roja es la metáfora de lo privado, de aquello que se oculta en la acumulación de nuestros objetos personales, de aquellas historias. En el segundo poema del libro se hace más explícito: “La casa roja es un poema”, un testimonio de lucha y escritura.
- Siguiendo con el tema del espacio. El poemario sabe a casa, mejor dicho, a familia. Las imágenes familiares desbordan por aquí y por allá. Esto luego me lleva a pensar en la portada del libro y te pregunto: ¿En un mundo de abdicaciones la familia es una casa demolida, en ruinas, o más bien una realidad a aceptar en todas sus dimensiones (muerte, enfermedad, nostalgia)?
Ya que el libro está dividido espacialmente en dos partes (“Un arte de la pobreza”, los poemas nuevos, y “Un arte de la incomplacencia”, los poemas ya publicados en otros libros), lo que justamente me parece interesante es que se establezcan tensiones y contrapuntos entre ambas poéticas. Estos temas que tú explicitas también están presentes en los poemas nuevos, pero de manera más contemplativa e introspectiva, diría yo. Hay un momento en que la casa, la escritura, el cuerpo mismo han pasado por una destrucción. Eso estaría reflejado en “Un arte de la incomplacencia”. Más adelante, el poema se asocia a la carátula del libro como imagen de la ruina, de la pérdida de la palabra o de su búsqueda. Al mismo tiempo, la foto central de la carátula mantiene el gesto de la incomplacencia. La paradoja es que la imagen se articula sobre una ruina o destrucción, y es que a pesar de eso, o sobre eso, podemos seguir soñando y escribiendo sin abdicar.
- Pienso en tus referencias a Zurita, a Lira y Maquieira. ¿De qué manera la poesía ha sido una sobrevivencia para ti? ¿Sobrevivir frente a qué?
Creo que la poesía me ha sostenido de una manera enorme. Claro, igual la poesía cuando eres joven te puede llevar a muchos extremos, a vivir una vida extrema rozando con la muerte. Sin embargo, ahora comprendo que hay palabras, versos leídos o escritos que son formas en las cuales uno sobrevive y se sobrepone a sus propios fantasmas, a las obsesiones que nos acechan. Al mismo tiempo vivimos en un mundo precario por lo que la sobrevivencia es nuestro día a día.
Zurita, Lira y Maquieira son poetas muy poderosos para mí. Han dado todo por su escritura.
- En muchos poemas hay un tono irónico ante la vida oficinesca, los horarios, los jefes, la docencia. ¿En este sentido es que la poesía es el gran saldo del capitalismo? ¿Cómo entender una función critica de la poesía?
Pienso que este es el momento ideal para discutir sobre el lugar que ocupa la poesía en estos tiempos y, también, desde la crítica. Hay muchas cosas nuevas que se están haciendo, revisiones y apropiaciones de la vanguardia, de la performance desde el lenguaje, etc. Yo creo que esta producción ya merece una revisión, un espacio de reflexión sobre lo que está ocurriendo con el lenguaje y la poesía en la era digital, cuando más nos comunicamos por escrito, pero paradójicamente con un vocabulario pobrísimo.
La poesía es el “gran saldo del capital” porque es la hermanita fracasada que aparece en los estantes ocultos de las librerías, si aparece. Aunque, si lo ves desde otro punto de vista, es uno de los pocos lenguajes que no puede ser tragado por el mercado. Sobrevive aún cierta imagen romantizada del poeta como un iluminado y, al mismo tiempo, se nos asocia con ser diletantes, poco serios. En la literatura, la seriedad siempre está a favor de los narradores; los poetas siempre somos vistos como locos metidos en los bares. Y esa imagen que de cierto modo nos marginaliza, también, nos da la oportunidad de experimentar mucho más, de sobrepasar la propia censura de la tradición, de crear cánones paralelos, de apropiarnos de diversos lenguajes de manera política.
- Finalmente, en relación con la marcha NIUNAMENOS, ¿cuál es esa posición de ser mujer que has querido plantear en tu libro?
Las mujeres hemos sido mantenidas en una situación de inferioridad y tenemos que demostrar constantemente nuestros saberes y nuestras habilidades, no solo en el campo intelectual sino también del modo en que nos socializamos: cómo nos vestimos, cómo amamos, cómo nos mostramos físicamente, entre otras demandas, que agreden a las mujeres a través de mensajes y numerosos estereotipos de belleza y éxito. En el libro intento poner estos temas en cuestión de manera irónica y desencantada, interpelando a la propia poesía, a sus propias construcciones y estereotipos.
De corazón, espero que Niunamenos sea una plataforma democrática y una verdadera llamada de atención a la sociedad peruana acerca de la situación de violencia e injusticia que vivimos las mujeres en diferentes niveles. No hay que eliminar las diferencias, las diferencias entre nosotras son y están. Me interesa el debate que puedan generar dentro del movimiento de mujeres.
Rompecabezas de mí
He regresado a Lima y estoy montada sobre una bicicleta rosa
Alguien me dijo a la volada que la poesía había muerto
Y yo sonreí
Porque era como decir que yo también estaba muerta
O que todo lo que me acontecía era falso
Yo seguí pedaleando
Siempre por las veredas o por los parques
Porque me recuerdan mi infancia
Aprender a montar bicicleta
Tener fe ciega en aquel que va detrás de ti
Y mantiene tu equilibrio
Y tú sigues y sigues pedaleando hasta que te das cuenta
De que ya nadie te sostiene
Exactamente en ese punto cuando caes a tierra
La poesía ha muerto
Volví a escuchar sus palabras
Ya nadie me sostenía
Era una mujer independiente
Y me derrumbé en la puerta de la casa familiar
Y mis vecinos se rieron al verme caer
Hay caídas que son graciosas
Hay gente que ríe sobre los caídos
Y gente también que llora
Recogí mis partes y metí mi bicicleta a casa
Allí va tomando el color del oxido
Secretamente se resiste a salir
Porque el futuro está lleno de sentencias de muerte en las calles
De automóviles que pasan raudos a tu lado
De escritores que alguna vez soñaron con escribir
La poesía ha muerto
Repiten
Aquellos que cambiaron
un paseo en bicicleta
por la fama
11-02 (Fragmento)
Yo:
¿Por qué me hablan así hermanas?
He intentado escribir algo
Cabeza 1&2:
No basta
No has hecho nada aún
Nada de lo que escribas será suficiente
Vas a penar toda una vida
La escritura es imposible para nosotras
Eso lo sabías desde que naciste
Pero has dejado que nos corten al rape
Has cantado “patria o muerte”
Se impone el silencio
O el habla efímera
Incendiar lo profundo
No hay densidad en nuestra habla
Somos mudas
Somos calvas
Aprende nuestro orgullo
Y no te arrodilles más.